Las caricias son ese acto tan personal… eso que nos lleva a sentir cosas nuevas; calor, suavidad, humedad, rugosidad…
Desde mucho antes de lo que puedo recordar siempre me ha gustado acariciar las cosas, y una de las manías más propias de mi es la de acariciar los muros de edificios antiguos. Sentir que toco un trocito de historia e intentar imaginar todo lo que esos muros han visto y oído… me resulta algo mágico.
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