8.11.10

DE LAS LETRAS


Vocación pérdida, hay gente que al leer esto no podrá entender que una chica de 22 años sienta que su verdadera vocación vuela de sus manos cada día mas lejos. Pero si, así es, y aunque no todas las mañanas al abrir los ojos sea en lo primero que pienso, creo que como a todos, el tiempo nos recuerda los pasos errados. Quizás errados no sea la palabra acertada quizás debería referirme a un cambio que tuve que afrontar y al que tuve que acostumbrarme. Y esto, me llevo a creer al principio, y ahora a tener la certeza, de que la decisión que tomé ese septiembre de 2007 es mucho más acertada que la que de verdad quería seguir.
¿Acertada? No, tampoco es esa la pa
labra. Práctica, si, se podría decir así.

Es más práctico de cara al futuro, a un trabajo mejor. Al menos esa es la teoría.; es el futuro de la economía española. Pero cada día me pesa más esa decisión.
Y con estas palabras no digo que me haya rendido, no, solo que me pesa. La cuesta es cada día más empinada y el sol empieza a cegarme. Debo dejar de descansar para continuar mi camino, pero no encuentro ningún estímulo al que agarrarme.

Al escribir estas letras me doy cuenta de que los sábados son inspiradores para mi. Será el traqueteo que, como siempre ha sido, hace aflorar los sentimientos.
Pero hoy, me he emocionado profundamente al leer un pequeño artículo de la revista de RENFE "Paisajes", este se llama "Algunos trenes de MIGUEL HERNÁNDEZ" y tanto me ha emocionado el contenido del artículo (parte de la vida de unos de mis poetas favoritos enlazada con parte de la mía; el tren) como ver como vuela de mis manos ese sueño que tenía la chica de 18 años que un día fui y que quería leer y vivir de ellas. DE LAS LETRAS


Artículo:

Algunos trenes de MIGUEL HERNÁNDEZ.
Se celebra este año el centenario del nacimiento de - 30 de octubre de 1910 - de uno de los más insignes poetas de la literatura española: Miguel Hernández. Sin duda, un elemento que marco su corta vida fue el tren, la necesidad que tuvo de utilizarlo.

por JOSÉ LUIS ESPARCIA

Lleva en la cartera, repleta de versos, una carta de don José Martínez Arenas recomendándole a Concha de Albornoz, hija del ministro de Gracia y Justicia, muy conectada con el mundo literario, a quien piensa ver enseguida."

Según María de Gracia Ifach, ese era el exiguo equipaje con que Miguel Hernández tomó su primer tren a Madrid el 30 de Noviembre de 1931. Viajó toda la noche en tercera clase; bajó del tren en la estación de Atocha el 1 de diciembre, y abrió unos ojos ávidos a aquel Madrid de edificios monumentales y casi estrenando ambiente republicano, aunque unas semanas antes escriba a Juan Ramón Jiménez diciéndole: "... tomaré el tren de aquí a una quincena para la Corte". Y allí, El cabreo poeta, como le llamarían en la revista ESTAMPA, con 21 años intenta integrarse en un ambiente literario des conocido. Fracasa y regresa a Orihuela (Alicante) con un billete prestado y documentación falsa; le detienen en el tren y le encarcelan dos días en Alcázar de San Juan (Ciudad Real). Recibe dinero de su compañero del alma, José Marín Gutiérrez - que profundo firma como Ramón Sijé -, quien paga el billete hasta su pueblo.

Otro tren le devuelve a Madrid el 28 de febrero de 1934. Ahora ya ha publicado "Perito en lunas" y numerosos trabajos en revistas, un aval para conectar con los Alberti, León Felipe, Neruda, Bergamín, Lorca, etcétera. Y para crecer literariamente. Un tren alegre le devuelve pronto a Orihuela para declararse a Josefina Manresa, y un tristísimo tren lo lleva a finales de 1935 a decirle la "Elegía" a su amigo desaparecido prematuramente: Ramón Sijé muere. Más tarde llegarían los trenes más trágicos.

VIAJES DE GUERRA
La guerra llega cuando Miguel se está consagrando como poeta y los trenes anteriores desembocan en los que llevarán a Francia y Rusia en viaje literario: "En trenes poseídos de una pasión errante / por el carbón y el hierro que provoca y muere...", escribirá; en los que le llevarán a algunos frente de batalla, y en el más largo y cruel: "El tren de los heridos", un poema reflejo de lo que fue su propia vida entre las balas y de lo que sería su itinerario de cárceles y su muerte, con 31 años, en una prisión de Alicante. "El tren lluvioso de la sangre suelta / el frágil tren de los que se desangran, / el silencioso, el doloroso, el pálido, / el tren callado de los sufrimientos". Y no importa en que momento, Miguel Hernández escribió para que de él quedara el menos memoria de una sola presencia: "Tristes guerras / si no es amor la empresa. / Tristes, tristes. / Tristes armas / si no son las palabras. / Tristes, tristes. / Tristes hombres / si no mueren de de amores. / Tristes, tristes". Un poema que por sí solo justifica una vida, una obra.