11.3.10


Hoy me encantaría tender la mano a todo aquel que al pasar por la Estación de Atocha se le salte una lágrima, porque a mi me sería imposible controlarlas si tuviera que pasar por allí.

Recuerdo perfectamente el 11 de mazo de 2004, lo recordaré siempre, no había pasado una mañana con tanta angustia ni tanta impotencia en mi vida. Cuando crees que te han arrancado lo que más quieres y no puedes saber si esa persona esta bien... yo por suerte al pasar las horas pude comprobar con un abrazo que si, que nadie había dañado la estructura de mi familia. Pero también nos dimos cuenta de que habían dañado algo mucho mas importante y mas grande, un país.
Yo a día de hoy todavía me pregunto ¿porque?, sigo sin entender que culpa tenían esas personas de los errores de otras, otras que solo vieron dañado su orgullo, no pudieron sentir el miedo de pensar que quizá en esos trenes iba alguien que les importase.

Uno de los arquitectos que diseño el monumento en homenaje a las victimas dijo; "Hace falta mucha fantasía para soportar la realidad". Y es que aparte de si nos gusta mas o menos, el monumento nos ayuda a recordar ese día, nos ayuda a ver mas allá de las noticias de "hoy se cumplen tanto tiempo de...". Ese cilindro de cristales que nace de las entrañas de la estación de Atocha, del lugar mismo del dolor, como un grito de esperanza nos hace recordar a la vez la impotencia y la valentía de echarnos a la calle a gritar BASTA!

No os olvidaremos, porque si algo tiene el tiempo es que es infinito, y 11 de marzo habrá siempre.

De Madrid al cielo (un cielo que lloró esa tarde gris)